Ayer íbamos por un centro comercial y Míheret iba un poco "a su bola".
Para que se diese prisa la dije que tuviese cuidado no fuera a ser que se la llevase un señor.
La tía se plantó a mi lado y con cara de guasa tuvimos la siguiente conversación:
M:
Bueno, no importa, yo quiero otra mamá.Yo:
A ¿sí?.M:
Sí, yo quiero otra mamá.
Yo:
Pues no va a poder ser porque yo soy la mamá que te ha tocado.M: (Con cara risueña).
Pero yo quiero otra mamá.Yo:
No vas a poder tener otra mamá, porque yo no quiero otra hija. Además, las mamás y las hijas no se eligen. Te toca la que te toca.La secuencia se repitió un par de veces y al final con una sonrisa de oreja a oreja me dice:
"Que no, mamá; que te quiero muchísimo".En el fondo me encantó la conversación, no veniamos de una "pelea" con lo cual no tenía un transfondo de "lucha"; simplemente ella quería afianzar que la queremos, y lo que para mí es más importante; para ella no hay ningún problema en "jugar" este "juego".
Se siente segura, sabe que no va a haber otra mamá.
Todas estas conversaciones la afianzan con nosotros, hacen que nuestra relación tenga cada día vínculos más sólidos.
Estos vínculos van más allá de que sea adoptada o no (por supuesto aún más importantes cuando lo es), van creando cimientos para futuras relaciones, desavenencias...
Esto no quiere decir que el futuro vaya a ser un camino de rosas, pero al menos habremos puesto una base sólida para que confie en nosotros y sepa que haga lo que haga siempre estaremos a su lado.