Mamá: Míheret, que duermas bien y sueñes con los...
Míheret: enanitos
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Mamá: ¿Qué has comido hoy?
Míheret: Judías negras.
Yo pensé, serán judías pintas; pero cuando miré el menú del cole ví que había comido lentejas.
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Viendo un cuento:
Míheret: Cuidado que te pincha
Merce: ¿Cómo se llama ese animal?
Míheret: Un cherizo (erizo)
Y así una detrás de otra...
miércoles, 26 de octubre de 2011
sábado, 15 de octubre de 2011
QUIERO OTRA MAMÁ
Ayer íbamos por un centro comercial y Míheret iba un poco "a su bola".
Para que se diese prisa la dije que tuviese cuidado no fuera a ser que se la llevase un señor.
La tía se plantó a mi lado y con cara de guasa tuvimos la siguiente conversación:
M: Bueno, no importa, yo quiero otra mamá.
Yo: A ¿sí?.
M: Sí, yo quiero otra mamá.
Yo: Pues no va a poder ser porque yo soy la mamá que te ha tocado.
M: (Con cara risueña). Pero yo quiero otra mamá.
Yo: No vas a poder tener otra mamá, porque yo no quiero otra hija. Además, las mamás y las hijas no se eligen. Te toca la que te toca.
La secuencia se repitió un par de veces y al final con una sonrisa de oreja a oreja me dice:
"Que no, mamá; que te quiero muchísimo".
En el fondo me encantó la conversación, no veniamos de una "pelea" con lo cual no tenía un transfondo de "lucha"; simplemente ella quería afianzar que la queremos, y lo que para mí es más importante; para ella no hay ningún problema en "jugar" este "juego".
Se siente segura, sabe que no va a haber otra mamá.
Todas estas conversaciones la afianzan con nosotros, hacen que nuestra relación tenga cada día vínculos más sólidos.
Estos vínculos van más allá de que sea adoptada o no (por supuesto aún más importantes cuando lo es), van creando cimientos para futuras relaciones, desavenencias...
Esto no quiere decir que el futuro vaya a ser un camino de rosas, pero al menos habremos puesto una base sólida para que confie en nosotros y sepa que haga lo que haga siempre estaremos a su lado.
Para que se diese prisa la dije que tuviese cuidado no fuera a ser que se la llevase un señor.
La tía se plantó a mi lado y con cara de guasa tuvimos la siguiente conversación:
M: Bueno, no importa, yo quiero otra mamá.
Yo: A ¿sí?.
M: Sí, yo quiero otra mamá.
Yo: Pues no va a poder ser porque yo soy la mamá que te ha tocado.
M: (Con cara risueña). Pero yo quiero otra mamá.
Yo: No vas a poder tener otra mamá, porque yo no quiero otra hija. Además, las mamás y las hijas no se eligen. Te toca la que te toca.
La secuencia se repitió un par de veces y al final con una sonrisa de oreja a oreja me dice:
"Que no, mamá; que te quiero muchísimo".
En el fondo me encantó la conversación, no veniamos de una "pelea" con lo cual no tenía un transfondo de "lucha"; simplemente ella quería afianzar que la queremos, y lo que para mí es más importante; para ella no hay ningún problema en "jugar" este "juego".
Se siente segura, sabe que no va a haber otra mamá.
Todas estas conversaciones la afianzan con nosotros, hacen que nuestra relación tenga cada día vínculos más sólidos.
Estos vínculos van más allá de que sea adoptada o no (por supuesto aún más importantes cuando lo es), van creando cimientos para futuras relaciones, desavenencias...
Esto no quiere decir que el futuro vaya a ser un camino de rosas, pero al menos habremos puesto una base sólida para que confie en nosotros y sepa que haga lo que haga siempre estaremos a su lado.
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