Nos quedamos en el día de la asignación.
Ya teníamos en nuestras manos la tan esperada foto, hicimos un montón de copias que repartimos a abuelos y tíos, nos plastificamos una grande que aún sigue en nuestra mesilla...
Ahora la espera era más real.
A los pocos días de la asignación nos dieron fecha de juicio para finales de enero del 2008, y aunque quedaba más de un mes nos dispusimos a preparar las cosas con muchísima ilusión.
Encargamos el carro, compramos ropita, nos regalaron cositas con su nombre...
Y entre navidades, preparaciones, y demás; llegamos al día del juicio.
El día se hizo largo, y me levanté con un mal presentimiento. Por la tarde me fui con Javi al trabajo porque no quería recibir sola la noticia.
A mitad de la tarde nos llamaron de la Ecai. Nos dijeron que el juicio no se había celebrado. Había un problema con una familia que estaba en Etiopía, y que la jueza no había celebrado el juicio y tampoco se sabía si se iba a celebrar. Carmen estaba allí intentando solucionar los problemas (me vais a permitir que no de más datos, ya que nos meteriamos en asuntos particulares de otra familia).
En ese momento creía que me moría.
Estábamos "preparados" para un juicio negativo porque la familia se echase atrás, pero era insoportable pensar que podía no celebrarse el juicio y nuestra nena se quedase en "tierra de nadie".
Fueron unos momentos durísimos. Nos fuimos a casa y lloramos con desesperación.
Mi madre siempre dice que nunca nos había visto tan mal.
Aún ahora mientras escribo, se me pone la piel de gallina y se me hace un nudo en la garganta.
Hace poco lo hablaba con una persona y se me saltaban las lágrimas. Dos años después no puedo hablar de ese día sin llorar.
Al día siguiente dudamos incluso si ir a trabajar, pero tiramos pa'lante.
Todo el mundo me esperaba expectante con una sonrisa hasta que entre por la puerta y en la primera pregunta me derrumbé como un niño pequeño.
Ahora solo quedaba esperar a que todo se fuese solucionando y rezar para que antes o despúes pudiésemos ir a por nuestra pequeña.
Después tuvimos que ir a anular el pedido del carro y ver cada día las cosas en su habitación sin saber si vendría.
Puedo decir, que fue el peor día de mi vida. Se que fue a finales de enero, pero he borrado de mi mente el día concreto.
Hoy cuando echo la vista atrás me doy cuenta que nuestro dolor fue lo que dejó claro a nuestra familia que nuestra decisión no era una tontuna pasajera; además para ellos también fue duro, y fue un gran paso para empezar a querer a Míheret.
Desde África por vocación
Hace 2 meses